El que a mediados de año fuera el gran objetivo para este 2.013, empezó a
perder importancia (y motivación) en mi mente por varias razones: primero,
encontré el reto del triatlón olímpico de Málaga, y ya sabéis que prefiero
triatlón a sólo running. Pero el segundo, y más importante, han sido las
lesiones y molestias sufridas en esta última parte del año.
El calvario en este sentido empezó con una sobrecarga en los músculos de la
zona de la tibia. Me ocurrió en julio cuando empecé a meter sesiones de más de
10km, y posteriormente, ya tras el triatlón de Málaga, en octubre y noviembre.
En ese momento decidí parar, al tiempo que cambiaba de zapatillas, ya que mis
asics estaban ya algo rotas por delante y pensé que sería lo adecuado. Cuando
volví a los 12 días no había ni rastro de la sobrecarga ni del dolor en la
tibia, pero empecé a notar que en cuanto hacía más de 5-6km se me hacían
ampollas en las plantas de los pies, además de un fuerte dolor de espalda
mientras corría.
Visto todo esto junto y en perspectiva, sabiendo que soy muy pronador, me
atrevería a decir que tanto las ampollas como el dolor de espalda vienen
derivados de la pronación, y que no habrá otra solución que unas plantillas.
En este contexto, me presenté en Los Palacios habiendo salido a correr 2
veces en los últimos 30 días, jugándomela a lo que saliera, con el único
objetivo de terminarla y sobrevivir. Iba con Néstor y José Manuel Boza,
compañeros de trabajo y bastante cracks en esto del running/trail/larga
distancia.
La verdad es que los primeros 12-13km no tuvieron mucha historia, iba en un
grupo en la parte trasera del pelotón, a un ritmo mantenido de 6’00’’-6’15’’, e
iba bastante cómodo. Cogí agua en el km 11 por primera vez, y en ese punto me
veía bien. No sabía lo que me esperaba.
Lo que me esperaba era que a partir del km14 las ampollas de los pies
empezaron a mermar mi rendimiento, con lo cual tuve que bajar el ritmo, y desde
el 16 incluso alternar caminar-correr. Empecé a sufrir muchísimo y a hacer los
km por encima de 7’00’’. Con los km la carga de mis piernas se hacía mayor, lo
que me impedía correr seguido durante más de 3-4 minutos.
Finalmente llegué a meta en 2h19’. Conseguí el objetivo de terminarla, pero
no el segundo objetivo que me había propuesto esa mañana, terminarla sin
pararme a andar. Y por supuesto, me quedé lejísimos del reto 1h45’ que me
propuse en julio. No he entrenado todo lo que tendría que haber entrenado,
alguna vez ha sido por mí, pero la mayoría, incluidos los importantes últimos
dos meses, han sido porque mi pisada y las lesiones me lo han impedido.
Ahora es hora de buscar unas plantillas con las que volver a correr con
normalidad. Este será el primer paso para empezar la nueva temporada y para
poder plantearme bajar de las 2h en media maratón.