Tras el primer duatlón del año en Sevilla, llegaba el turno de volver a
hacer un duatlón cross, en Tomares, donde hice el primero hace dos años. Mi
padre me acompañaría en esta ocasión, ahora que puede volver a correr después
de 7 años en los que le era imposible por la espalda.
Salimos pronto desde Benacazón, y llegamos a recoger el dorsal y dejar el
material en boxes. En la previa durante el calentamiento, me encuentro a Fran
del Camaleón.
Se da la salida, y aunque mi padre me dijo que iba a salir despacio, lo
cierto es que me noté saliendo bastante fuerte, y lo pagué llegada la segunda
vuelta al primer circuito a pie, que era un mixto de urbano y cross. No en
vano, acabamos el segmento en 31’40’’, a 5’17’’ si suponemos que son 6 km
justos.
Primera transición, y mi padre que no para, empieza a pedalear con fuerza,
donde yo de haber ido solo habría aprovechado los primeros minutos para
recuperar las piernas y beber agua. En vez de eso, le sigo rueda, lo que carga
mis cuádriceps muchísimo y hace que vaya a remolque todo el segmento.
Le digo
varias veces que tire él, pero se queda conmigo. El circuito de bicicleta es
muy divertido, estaba seco esta vez a diferencia de 2013, e incluye mucho
curveteo, cuestas, arrancadas y frenadas. Eran 20km esta vez, algo más que los
16 de hace dos años, y tras sufrir mucho al principio y recuperarme algo más al
final, termino en algo más de una hora el segmento ciclista.
Tras la segunda transición, salimos hacia la segunda carrera, un circuito
íntegramente urbano que comenzaba con una pronunciada bajada, que al final
habría que hacer de vuelta subiendo. Mucha cuesta en todo el recorrido, pero ya
estaba casi hecho y, aunque tocado, llegué sin problemas a las instalaciones
deportivas La Mascareta, donde estaba situado el arco de meta. Tras una vuelta
a la pista de atletismo, entramos en meta, donde el speaker comentaba “¡Se dan
la mano Triatlón Camaleón y Arenas, demostrando que el deporte une y crea
amistaaaad!”. Seguramente no sabría que no éramos amigos, sino padre e hijo.
Acabé bastante cargado, pero satisfecho por haber ido prácticamente a todo
lo que podía todo el camino. El tiempo, 1h53’, no comparable al de hace dos
años porque la pista estaba seca, pero eran más kilómetros.
Dos días después, me llama mi padre informándome de que el viernes
siguiente se celebraba la XXVIII edición de la carrera popular de Carrión de
los Céspedes, su pueblo, en formato nocturna desde hace algunos años. Ya participé en 2012, y sabía que tenía un perfil cañero, con mucho sube-baja, era gratuita,
y pensé que por qué no añadir una competición más a mi calendario 2015.
Eran tres vueltas a un circuito de unos 2.760m, y calculando mis ritmos
pensé que si el primero no me doblaba poco le faltaría. Se da la salida tras
calentar un poco, y salimos fuertecillo, acabando la primera vuelta en 14’, muy
poco por encima de 5’ el km. Al poco le digo a mi padre que probablemente no
pueda hacer toda la carrera a ese ritmo, y quedamos en reservar un poco en la
segunda vuelta para poder acabar fuertes.
Pero nada más lejos de la realidad, porque a pesar de que mis sensaciones
me decían que íbamos más despacio (sobre todo en las subidas), la segunda
vuelta acabó en otros 14’03’’ bastante clavados. Fuimos doblados por el ganador justo al término de esta segunda vuelta. Durante todo el camino, gente
saludando y animando a mi padre, dado que allí le conoce todo el mundo. Incluso
pidió una foto en mitad del trayecto y nos la hicieron:
En la tercera vuelta, mi padre me preguntó cómo iba, y yo le dije que
bastante al límite (él iba más sobrado), pero que o terminaba a ese ritmo o
reventaba y me retiraba, no iba a aflojar. Tenía los cuádriceps bastante
tocados, con pinchazos muy fuertes, y en las subidas las piernas no me
respondían. Pero saqué fuerzas de la nada y seguí al mismo ritmo. Le volví a
decir a mi padre que tirara, y a falta de 500-600m cambió de ritmo para entrar
en meta con 20 segundos de ventaja sobre mi tiempo.
Al final, 41’42’’ para él y 42’03’’ para mí, un tiempo casi calcado al que
hice hace tres años, solo que entonces estaba entrenando muchísimo y a veces
con Rubén Romero, con el plus de velocidad que eso me daba. Este año la marca
me costó muchísimo más trabajo, pero he terminado muy contento y no me puedo
reprochar nada, pues si en Tomares di el 95% de mi rendimiento, aquí
directamente no me dejé nada y fui al 100%.
Tras esta semana de competición, mayo estará vacío de competiciones, ya que
es un mes complicado por las comuniones y este año tengo dos. Volveré en junio
en algún triatlón corto.