Triatleta Pileño: 2013

sábado, 21 de diciembre de 2013

XXXV Media Maratón Sevilla-Los Palacios



El que a mediados de año fuera el gran objetivo para este 2.013, empezó a perder importancia (y motivación) en mi mente por varias razones: primero, encontré el reto del triatlón olímpico de Málaga, y ya sabéis que prefiero triatlón a sólo running. Pero el segundo, y más importante, han sido las lesiones y molestias sufridas en esta última parte del año.

El calvario en este sentido empezó con una sobrecarga en los músculos de la zona de la tibia. Me ocurrió en julio cuando empecé a meter sesiones de más de 10km, y posteriormente, ya tras el triatlón de Málaga, en octubre y noviembre. En ese momento decidí parar, al tiempo que cambiaba de zapatillas, ya que mis asics estaban ya algo rotas por delante y pensé que sería lo adecuado. Cuando volví a los 12 días no había ni rastro de la sobrecarga ni del dolor en la tibia, pero empecé a notar que en cuanto hacía más de 5-6km se me hacían ampollas en las plantas de los pies, además de un fuerte dolor de espalda mientras corría.

Visto todo esto junto y en perspectiva, sabiendo que soy muy pronador, me atrevería a decir que tanto las ampollas como el dolor de espalda vienen derivados de la pronación, y que no habrá otra solución que unas plantillas.

En este contexto, me presenté en Los Palacios habiendo salido a correr 2 veces en los últimos 30 días, jugándomela a lo que saliera, con el único objetivo de terminarla y sobrevivir. Iba con Néstor y José Manuel Boza, compañeros de trabajo y bastante cracks en esto del running/trail/larga distancia.

La verdad es que los primeros 12-13km no tuvieron mucha historia, iba en un grupo en la parte trasera del pelotón, a un ritmo mantenido de 6’00’’-6’15’’, e iba bastante cómodo. Cogí agua en el km 11 por primera vez, y en ese punto me veía bien. No sabía lo que me esperaba.

Lo que me esperaba era que a partir del km14 las ampollas de los pies empezaron a mermar mi rendimiento, con lo cual tuve que bajar el ritmo, y desde el 16 incluso alternar caminar-correr. Empecé a sufrir muchísimo y a hacer los km por encima de 7’00’’. Con los km la carga de mis piernas se hacía mayor, lo que me impedía correr seguido durante más de 3-4 minutos.

Finalmente llegué a meta en 2h19’. Conseguí el objetivo de terminarla, pero no el segundo objetivo que me había propuesto esa mañana, terminarla sin pararme a andar. Y por supuesto, me quedé lejísimos del reto 1h45’ que me propuse en julio. No he entrenado todo lo que tendría que haber entrenado, alguna vez ha sido por mí, pero la mayoría, incluidos los importantes últimos dos meses, han sido porque mi pisada y las lesiones me lo han impedido.

Ahora es hora de buscar unas plantillas con las que volver a correr con normalidad. Este será el primer paso para empezar la nueva temporada y para poder plantearme bajar de las 2h en media maratón.

martes, 8 de octubre de 2013

WILD WOLF Series Málaga 2013, debut en triatlón olímpico


Aquí va la crónica de mi debut en triatlón olímpico, a mi modo de ver inmejorable.

Llegamos a Málaga con tiempo para recoger el dorsal, soltar las cosas e irnos a comer, aunque al final comí casi a las 15, dándose mi salida a las 16:15. Estaba bastante nervioso porque era mi debut en la distancia y nunca había hecho tantos metros seguidos, ni en el mar. Apenas pude comerme media ensalada y un pequeño bocadillo de pollo, en un bar de tapas de por allí cerca.

Después de comer vimos a mi amigo del C. T. Camaleón Juan Antonio Vargas, que también estaba nervioso por su debut (él debutaba en triatlón). Tras algunas fotos me voy a la cámara de salida. Le deseo suerte al alemán que encontré en la recogida de dorsales preguntando por los acoples, y al que le tuve que responder porque no dominaba el español y el de los dorsales no hablaba inglés. Me dijo que le daba rabia haber dejado el neopreno en casa, ya que finalmente lo permitieron.



Se da la salida. Agua helada, corro echándome agua por todo el cuerpo y auto-animándome para superar las ganas de salirme. Poco a poco voy entrando en calor. Nado todo el tiempo cómodo, notando la mejoría en técnica de este último mes.



Llego al final de la primera vuelta, y veo y saludo a Eli, que hizo un reportaje fotográfico genial. Vuelta al agua, con confianza porque veía bastante gente detrás y no estaba para nada cansado.



Se me hizo corta la natación, llego al box y vuelvo a ver a Eli. 30’17’’, genial. Primera transición lenta (y larga), un pasillo con mil bicis, y me pongo calcetines, guantes (no quería hacer 35km sin guantes), e incluso un pañuelo en la cabeza para el sudor. Total 5 minutos de transición y a por el tramo de bicicleta.

La primera vuelta la hago a mi ritmo, pero en Málaga se rueda rapidísimo. Me hidrato bien e incluso cojo una barrita, sin bajar de 33-35 km/h, acoplado y muy cómodo. Al acabar la primera vuelta cojo un grupo (normalmente no cojo grupos que vayan a mi ritmo porque salía muy atrás del agua), el cual ya no soltaría hasta la T2. A partir de aquí, el tramo de bici se hace extremadamente fácil, todo el tiempo entre 35 y 40 km/h, en lo único que tenía que tener cuidado era en las curvas (de 180º, cambios de sentido), arrancar rápido para que no se me fueran. Pero estaba súper bien, arrancaba al 60% de mi capacidad y no se me iban.



Así fui pasando las vueltas dándome cuenta de que estaba guardando energías al tiempo que cumplía con creces mi ritmo objetivo. Al acabar la quinta vuelta me bajo, y en la T2 veo de nuevo a Eli que me fotografía cambiándome el casco por las zapatillas de correr. Me anima y salgo súper motivado a la carrera a pie.



Al empezar me marqué como objetivo bajar de 55’ (5’30’’/km). En las dos primeras vueltas no cojo agua, hasta el km 5. A partir de ahí, noto dolores en la planta del pie, las famosas ampollas que no sé aún cómo solucionar. Sólo esto me impidió aumentar algo el ritmo, ya que de respiración y muscularmente iba bastante bien.

Por el camino, niños pequeños animando sin parar, “chocando” la mano, y dando un empujón anímico a los triatletas. En una sociedad en la que los niños se meten los unos con los otros desde que son pequeños, y en la que todo es una competición, me parece increíble que niños tan pequeños animen a TODO EL MUNDO.

Enfilo la última curva con dos niñas más animándome, y me da el subidón. Lo iba a conseguir, debut en triatlón olímpico disfrutando en todo momento del recorrido, con un tiempo muy decente para mi nivel y acabando bastante bien.



En la recta de meta veo a Eli, que me hace una última foto en la que alzo los brazos. Finisher!!!

Finalmente, sobre un recorrido de 1500m-35km-10km, hice 2h36’12’’. Extrapolando a la distancia oficial olímpica (40km de bici), habría hecho unas 2h45’. En la carrera a pie hice 54’47’’ según mi reloj, con lo que conseguí bajar el tiempo objetivo y correr a unos muy decentes 5’29’’ el km.

En resumen, muy contento con el día. Luego vi a Juan Antonio entrar en meta, muy bien acabado su primer triatlón, y tal y como me contó luego, estaba eufórico, y “enganchado”. Por la noche, tapeo con Juan Antonio e Inma, hotel y al día siguiente me pegué un desayuno brutal en el buffet: cereales con leche, tostada con mantequilla, croissant, café con leche, zumo de naranja y pan con huevo frito, bacon y queso. Posteriormente echamos un gran día Eli y yo en Selwo Aventura, redondeando un fin de semana increíble.

lunes, 26 de agosto de 2013

XXV Triatlón Califas de Hierro


Tras comenzar a entrenar bastante la carrera a pie, y tras la nocturna de Matalascañas, Miguel y yo buscábamos una última carrera antes de su partida a Glasgow. Barajamos varias opciones hasta que dimos con la XXV edición del triatlón Califas de Hierro, en Posadas (Córdoba).

El día empezó con algo de práctica de transiciones por la mañana, seguido de un desayuno. Aunque la carrera era a las 19.00, salimos a las 12.30, para comer allí y hacerlo todo con tiempo.

Llegamos a Posadas sobre las 15.00, y por ello aparcamos al lado de la recogida de dorsales sin mucho problema. Recogida de dorsales en una especie de auditorio que estaba muy bien habilitado. Había una barra con almuerzo disponible a un precio bastante barato, donde comimos. De vez en cuando veíamos participantes en la prueba del día siguiente (campeonato de España de media distancia), con cascos aerodinámicos y unas bicicletas impresionantes.

Llevábamos los bidones congelados, yo cubiertos de papel de aluminio y la funda de neopreno, y metidos en una nevera con hielo, con el reto de que las bebidas estuvieran frescas a la hora de coger la bici. El tipo de la barra amablemente nos guardó la nevera dentro del recinto, con lo que así no estaban al sol mientras hacíamos tiempo (y la digestión), y se acercaba la hora de dejar las cosas en las transiciones.

Estuvimos bebiendo Aquarius y agua todo el tiempo. Dejamos las cosas de correr en la T2, y nos vamos hacia el velódromo donde estaban los camiones y autobuses que nos transportarían a la T1 en el Pantano. Tras la cola, dejamos por fin las bicicletas en la T1 y nos vamos a la bajada hacia el agua. Vemos la salida de los federados, que es interrumpida porque uno de ellos se había adelantado. Este triatleta fue frenado por una barca de jueces que se colocó literalmente a su paso.

Tras repetirse la salida, vamos los no federados al agua. Hasta la salida hay que nadar unos 100m, y pensé que me vendrían bien como calentamiento. Durante este trayecto me di cuenta de lo limpia que estaba el agua. No estaba clara, es decir, desde arriba no se veía lo que había abajo, pero apenas sumergías la cabeza se veían clarísimamente los pies de los triatletas que había alrededor.

Se da la salida, y empiezo a nadar motivadísimo, usando algunas pautas que leí y puse en práctica el jueves del libro “Inmersión Total”. Me sentía cómodo y veía bastante gente detrás. La natación no tiene mucha más historia, crol todo el tiempo excepto en las aglomeraciones de las dos boyas que había que dejar a la izquierda, que nadaba a braza para controlar al pelotón y no llevarme golpes. Enfilo el último largo mientras sigo adelantando gente, y salgo a correr fuera del agua.

Supe que había nadado rápido cuando llegué a bici y vi a Miguel, al lado de mi box, acabando de colocarse las cosas de ciclismo: “Bien jugao, Arenas!!”. Cuando salió me faltaban sólo las zapatillas de la bicicleta. Salgo y compruebo que la isotónica PowerBar y el agua de los bidones estaban increíblemente frescas. La neverita había funcionado.

Nada más salir, hay un repecho que marcaría la tónica del segmento completo: en continuo sube y baja, nada que ver con los triatlones de carretera que he hecho hasta ahora, todos llanos. Algo más duro, y también más divertido. Por fin volvía a competir con mi Goka; la había echado de menos tras el último tri de carretera en el que tuve que alquilar otra bici. Estuve todo el segmento bebiendo para llegar bien hidratado a la carrera a pie, pero sabía que no iba a tener problemas, porque no hacía demasiado calor (33 grados), y lo que sí hacía era algo de viento.

Mi sector de bici, a posteriori, sería el peor de los tres. Sufrí algo en las cuestas, pero sobre todo en una en la que, inexplicablemente, me quedé “parado”, y me adelantaron 6 o 7 bicis en un momento, cuando hasta ese momento mi ritmo era similar al de los triatletas que había a mi alrededor. También hubo una zona en la que el viento me perjudicó mucho. Por lo demás, yo tampoco diría que haya hecho una bici tan mala, pero Miguel me metió 3 minutos con caída incluida.

Llego al box, y hago la T2 por primera vez en modo “pro”: sacando los pies de las zapatillas y bajando las dos piernas al mismo lado, para saltar y seguir corriendo con la inercia. Me sale bien, se me va la pinza, y me desabrocho el casco, lo que me cuesta mi primera tarjeta amarilla en triatlón, al haberlo hecho antes de soltar la bicicleta.

Al margen de este hecho, salgo a correr a un ritmo prudente al principio. Son tres vueltas a un circuito de unos 1700m, que es llano casi en su totalidad pero que cuenta con algunas subidas y bajadas cortas pero pronunciadas. Había algo que considero todo un acierto: esponjas y mangueras por el camino. No fue tan necesario como se pensaba ya que el calor no fue un problema en toda la prueba, pero venían bien. Al acabar la primera vuelta me encuentro a Miguel, que me llevaba unos 4 minutos. Mantuve esta distancia durante el resto de la carrera, corriendo a 5’45’’.

Termino la segunda vuelta con buenas sensaciones y bastante entero, y a las voluntarias se les pasa darme la pulserita de la segunda vuelta. “Pulsera, pulsera!!”. Me la pongo y enfilo la última vuelta, en la que apreté al final porque me encontraba bastante bien. Entro en meta. ¡Finisher!



Miguel estaba unos metros más adelante esperándome. Había entrado 4 minutos antes que yo, y ahí me contó lo de su caída, que también le influyó en su ritmo a pie. Aún así, hizo un carrerón; ¡está fortísimo!

Un triatlón muy bonito y divertido, con una organización de sobresaliente a mi modo de ver, que es un clásico (cumplía sus bodas de plata), y al que tengo intención de volver pronto. Aunque el gran sueño (a medio plazo) sería hacer el desafío Calima Media Distancia…

A partir de aquí, voy a empezar a preparar un reto que me ha surgido antes de la media maratón Sevilla-Los Palacios: el triatlón de Málaga cuenta con modalidad olímpica no federados, y el tema de la licencia era uno de mis principales frenos para no debutar en olímpica este año. Así que la fecha de mi debut es el 5 de octubre. Objetivo, con el tiempo que tengo para entrenar: bajar de 3 horas. ¡A ver qué tal se da!

lunes, 22 de julio de 2013

I Carrera Nocturna Matalascañas


Llegó el día de la primera edición de la carrera nocturna de Matalascañas. Miguel me había avisado de esta prueba, y como en principio se disputaba sobre 14 kilómetros, podía ser un buen punto de partida para el objetivo media maratón. La salida era en Cuesta Maneli, y consistía en llegar a la famosa peña de Matalascañas.



Al final, además de Miguel y su amigo Pablo, se apuntó mi compañero de trabajo Néstor. Mi plan de entrenamiento había empezado justo hacía dos semanas, e iba en mejoría. Me recogió Néstor en mi casa de Pilas, y fuimos juntos a Matalascañas. Una vez recogido su dorsal, nos fuimos a la salida. Compartimos la previa, bromeando y haciendo el tonto como siempre, con Miguel y Pablo.

Con unos minutos de retraso, se dio la salida a las 21:37. Miguel y yo habíamos calentado unos metros antes de la salida. Nos deseamos suerte, Miguel, Pablo y yo, ya que nada más darse el pistoletazo, perdí a Néstor de vista, duró dos segundos a mi lado. Iba a ir bastante más rápido que nosotros.

El calentamiento, detrás del pelotón


Los primeros kilómetros transcurrieron bien. Empecé “fuertecillo” para mi ritmo actual de entrenamiento, pero a un ritmo bastante llevable. Íbamos juntos Miguel, Pablo y yo. Encendimos los focos frontales nada más empezar. Al principio no hacían falta, pero posteriormente se hicieron imprescindibles.

Llegamos al kilómetro 7, mitad de carrera, avituallamiento en forma de botella de agua que prefiero guardar para algo más adelante. 41’15’’ a 5’54’’ de media hasta el momento. A partir de ahí, se notó que la marea empezó a subir. Entre las entradas de agua y las zonas de arena blanda, se hizo bastante más dura la segunda mitad. Había que zigzaguear para buscar las zonas de terreno más duro.

Seguimos pasando los kilómetros, y empiezo a notar arena con agua dentro de las zapatillas. Entre el km 8 y el 10 voy bebiendo agua. En estos momentos empiezan a pesar tanto los kilómetros, como la irregularidad del terreno (sobre todo en las lenguas de agua), y noto que tengo una ampolla en la planta del pie derecho y otra debajo de una uña en el izquierdo. Sin embargo, el ritmo no baja mucho, seguimos en torno a 6’20’’, siendo el km más lento a 6’38’’.

El sprint final

En la última parte sigo a Miguel, que se mete por la parte más cercana al mar, donde la arena está algo más dura, aunque también hay charquitos. Me animo y veo claramente que voy a terminar sin problemas. Las ampollas duelen pero ya queda casi nada y no voy a bajar el ritmo. En los últimos metros Miguel aprieta (había ido frenado desde el km 2), y Pablo le sigue. Entro en meta donde está mi familia para animarme. ¡Terminada!

Una carrera preciosa, viendo anochecer al lado del mar, y con la luna llena reflejándose en el Atlántico. Muy satisfecho con el rendimiento, teniendo en cuenta que acabo de empezar a entrenar para la media maratón, y sobre todo por haber sido capaz de aguantar 13 kilómetros por terreno irregular a un ritmo decente.

Es curioso, pero llevé al cuerpo a otro tipo de umbral del esfuerzo distinto al de los entrenamientos. Supongo que suele pasar en las carreras, pero acabé con la sensación de que sin las ampollas podría haber hecho al mismo ritmo otros 7 u 8 kilómetros…

Ahora descansaré un par de días y ya pensaré una solución para correr con las ampollas. ¡El entrenamiento sigue!